Evitar nervios, aprender a hablar en la sala y ante el juez así como dominar el lenguaje no verbal son claves en los tribunales
Albacete acogió ayer un Curso de Oratoria Judicial para jóvenes abogados
«Lo importante no es tener la razón sino que te la den», reza un dicho en la abogacía
La diferencia entre un abogado bueno y uno excepcional, o entre uno mediocre y uno digno, puede estribar única y exclusivamente en la valía del mismo a la hora de hacer frente a la batalla dialéctica que se produce en los juzgados. Y es que hablar ante un juez y ante los otros abogados no es tarea fácil. Esto es algo que sabe bien Julio García Ramírez, letrado y profesor de Oratoria, Técnicas de Negociación e Interrogatorios en más de 30 colegios de abogados de todo el país. «Yo tardé tres años en dominar las técnicas de comunicación», asegura García Ramírez quien, no obstante, promete buenos resultados en mucho menos tiempos. Algo que ayer ya pudieron comenzar a comprobar los abogados albaceteños que participaron en el curso de Oratoria Jurídica que impartió García Ramírez.
Sentido común
Organizada por la Agrupación de Jóvenes Abogados de Albacete con esta actividad formativa se pretendía constituir un primer acercamiento y «abrir los ojos al sentido común». Porque de eso precisamente se trata de actuar conforme al sentido común. Algo no muy habitual. «Aquí enseñamos técnicas de sentido común que no son práctica común. A partir de ahí hay que practicarlas», indica el profesor ante un nutrido grupo de alumnos expectantes.
En este curso, el primero de estas características que se imparte en Albacete, se enseñan las cosas más básicas como, por ejemplo, a perder o al menos a controlar los nervios. García asegura que en este tipo de cursos ofrece una técnica de control de nervios en menos de siete segundos.
«Y funciona siempre», matiza indicando que lo que hace es enseñar qué parte del cuerpo «decide que nos pongamos nerviosos, qué ocurre cuando lo hacemos y cómo parar esos síntomas».
Pero, ¿cuáles suelen ser los fallos más habituales? En casi todo, señala el profesor, indicando que el primer error es considerar que uno sabe defenderse por el mero hecho de ser abogado. Y es que la oratoria es algo que, por desgracia, hace muchas décadas ya que no se imparte en ninguna facultad de Derecho del país.
No obstante, nadie pone en duda su importancia. «Hay un dicho en la abogacía que dice que lo importante no es tener razón sino que te la den», apunta. Este letrado también tiene claro que los jueces son «absolutamente influenciables en sala» y que de hecho las sentencias se dictan allí, no después. Eso sí reconoce que ante una prueba plena ni la mejor oratoria del mundo «puede con ello». Pero en caso de duda «ganar la batalla dialéctica sí es fundamental».
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